Domingo, 24 de marzo de 2013.
Adiós Madrid.
Después de estar once horas metida en el avión sólo necesité dos horas más para salir del aeropuerto. Inmigración estaba algo bastante saturado, tanto que mi pobre maleta estaba ya fuera del carrusel esperando ser transportada a objetos perdidos. Aduanas por suerte estaba vacío.
Información sigue sorprendiéndome gratamente. Preguntas por un autobús y si te descuidas te llevan de la mano a la puerta del hotel. Yo lo habría agradecido porque a pesar de tenerlo todo perfectamente explicado me perdí. Encontrar el bus, pagar y bajarte en la parada correcta es fácil, el problema es llegar cuando no están puestas las calles y darte cuenta que son todas iguales y parecen sacadas de una película de terror.
Como no tenía elementos visuales reconocibles giré por la calle equivocada y acabé dos paralelas más abajo. Retrocedí una y di con una señora muy amable que estaba a punto de abrir su tienda y aproveché para preguntarle. Me dijo que no tenía ni idea pero que llamase por teléfono, a lo que le respondí que no tenía y me contestó que no me preocupase, que ya llamaba ella. Después de hablar con el buen hombre del hostal y pasarme su teléfono mientras ella preparaba el local averiguamos que tenía que subir una calle más. Es bueno saber que no soy la única que no conoce su propio barrio.
Llegar temprano está bien porque aprovechas el día pero tener que esperar más de 5 horas a que te dejen pasar a tu habitación ya no mola tanto. Sobre todo si cargas con dos mochilas de más de ocho kilos.
Hola Ewha.
Teniendo tiempo y estando en pleno barrio de Ewha me fui a saludar a Kikwang y a desayunar al Starbucks. Aproveché para cargar un poco el móvil y conectarme al Seoul Wifi. Ese que aparece cuando menos lo esperas y se va cuando más lo necesitas. I love it.
A las 10 comenzamos el paseo por el barrio de Ewha (y lo digo en plural porque eramos dos españolas). Tiendas, tiendas y más tiendas. Ropa, zapatos, accesorios para el móvil, para el pelo y bisutería. Perfumerías, tiendas de cosmética, restaurantes y puestos callejeros de comida. Todo eso y mucho más. Con razón es el barrio de las chicas ♥
Cuando por fin me dieron la habitación, y mi mochila dejó de pesar, nos fuimos a Sinchon a encontrarnos con otra española más (que bonito). Decir también que de camino atravesamos una grabación de la MBC, una pobre chica corría calle abajo tirando de un carro lleno de ropa.
Hola Sinchon.
Siendo ya tres nos fuimos a comer a 신선설농탕 (Sinsun Seolnongtang) en Sinchon. Y pedimos 떡만두설농탕 (tteok mandu seol nong tang). Un plato enorme y delicioso de sopa de buey con arroz blanco, pasta de arroz y empanadillas por 8000won (5'5€), y kimchi y entrantes varios picantes que se quedaron en la mesa.
Después de que nos echaran amablemente (la sobremesa aquí no se estila) nos fuimos a bajar la comida y a buscar una cafetería, una de las mil que hay en este país. Pero al café sólo llegamos dos, mi compi de viaje se retiró a descansar y a comunicarse con la familia.
Estando sola otra vez aproveché para hacer algunas compras necesarias y, como no, otras que no lo eran tanto. Después de eso, y sin pasar por la casilla de la cena, fui directa a la cama.
Good night!
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